En curiosidades de la lengua II damos continuación a un artículo previo donde pudimos observar algunos términos y palabras interesantes del idioma basados en un libro llamado «Historia de letras, palabras y frases» de Daniel Balmaceda.
En su libro describe de manera muy amena e interesante, singulares historias relacionadas con el uso de palabras y frases de nuestro idioma y ese manantial de voces que nos acompañan todo el tiempo.
«El convidado»
En todos los tiempos existieron los cuentos populares que, por más que integran el mundo de la fantasía, son relatados con la pretensión de darlos por ciertos.
Una de las características de este tipo de narraciones es que siempre ocurrieron en el lugar donde se los cuenta, sea Buenos Aires, Montevideo, París o Johannesburgo.
Por lo general, involucran a muertos que reviven y el escenario ideal es las inmediaciones de los cementerios.
En el caso que vamos a recordar, fue una historia que en Sevilla, se atribuyó al comendador Gonzalo de Ulloa, quien se enteró de que un joven galán sedujo a su hija Inés, que era monja.
Entonces, retó a duelo al seductor, jugándose a matar o morir por el honor de su hija.
Y murió.
Pasaron los años y cierto día que el joven seductor visitó el cementerio, se topó con una
tumba adornada con una estatua de una figura humana —la de Ulloa— más una lápida que decía:
«Aquí aguarda del Señor,
el más leal caballero
la venganza de un traidor.»
El hombre se burló del epitafio y, en medio de las risas, habló con la estatua y la invitó esa noche a su casa. Horas más tarde, bromeaba con sus amigos sobre el hecho y hasta hizo servir vino en una copa, alegando que tal vez el comendador Ulloa le seguía la humorada y aparecía.
Allí terminó la broma y se disponían a comer cuando se escucharon fuertes golpes en la puerta. Sin necesidad de que le abrieran, la estatua del comendador irrumpió en su casa y se sentó a la mesa, aterrorizando a todos.
De las versiones que se han llevado al teatro, ofreciendo esta narración popular, ha sobresalido la que se atribuye al fraile mercedario Gabriel Téllez, conocido como Tirso de Molina:
El burlador de Sevilla y convidado de piedra, del año 1630.
Pasaron más de doscientos años y el dramaturgo José Zorrilla escribió Don Juan
Tenorio, con el mismo argumento.
En la obra de Zorrilla, Juan Tenorio se dirige a la estatua diciéndole:
«Yo a nada tengo pavor
tú eres el más ofendido,
mas, si quieres, te convido
a cenar, Comendador.
Que no lo puedes hacer
creo, y es lo que me pesa;
mas, por mi parte, en la mesa
te haré un cubierto poner.»
¿En qué difieren las dos versiones que hemos mencionado?
En los finales: si bien en los dos casos el momento culminante tiene lugar con la
aparición de la estatua, en el que escribió el fraile, el galán pierde la vida.
En el de Zorrilla, en cambio, la hija del comendador, Inés, salva al arrepentido Juan Tenorio.
Este relato y sus dos versiones clásicas han dado a nuestro vocabulario dos expresiones. Por un lado, “el convidado de piedra”, es decir, aquella persona que ha sido invitada a una reunión, pero no participa de la charla, no interviene o nadie quiere que intervenga, ya que fue convocada sólo porque hacía falta ocupar espacio.
El otro término que se sumó al habla corriente es el sinónimo de galán y seductor.
Nos referimos al “donjuán”.
Les recomiendo visitar la nota: El burlador de Sevilla o Convidado de piedra Don Juan Tenorioasí como también la nota , ambas muy interesantes al respecto de lo tratado aquí.
Esperamos que Curiosidades de la Lengua II les haya parecido interesante y si lo desean puedan consultar la primera parte de esta nota.
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