Vida y obra de Annie Ernaux, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2022
“Un buen retrato es una biografía pintada”. Definición magistral de Anatole France en una de sus célebres citas literarias, que sirve para redactar la semblanza a través de una imagen, de la Catedrática y Profesora de Letras Modernas Annie Ernaux, galardonada por la Real Academia Sueca con el Premio Nobel de Literatura del año 2022.
Según sus propias palabras, Annie Ernaux, nacida en la ciudad francesa de Lillebonne (región de Normandía), el 1 de septiembre de 1940; nunca se reconoció a si misma involucrada en la clásica definición de autobiografía. Simplemente fue asimilando uno a uno los distintos matices de cada experiencia personal vivida, vista o sentida; les dio otra dimensión y ubicó esas historias personales cotidianas en un contexto colectivo. Lo que le pasaba a ella también le pasaba a muchas otras personas -en su mayoría mujeres- y en determinados contextos.
Sus trabajos escritos en prosa sencilla se caracterizan por la intransigencia y la identidad del lenguaje, utilizando las palabras necesarias y justas para romper las barreras de la imaginación.
Con ese estilo singular y sobrio fue desnudando sin pudor la condición femenina despojándola de los velos impuestos por antiguos prejuicios sociales, haciendo partícipe al lector de las intimidades de la vergüenza reflejada en cada párrafo de sus escritos.
En ocasión de recibir en 2019 el Premio Formentor de las Letras o Prix Formentor, el jurado que concedió tal galardón hizo constar en el acta respectiva que: ”Los libros de Annie Ernaux se sitúan en la encrucijada de la literatura, las ciencias sociales y la documentación fotográfica para desbrozar la naturaleza de un yo atravesado por la cotidianeidad y sometido a la inconsolable pesadumbre de vivir”. Agregando luego, que sus obras destacan como un “implacable ejercicio de veracidad que penetra los más íntimos recovecos de la conciencia y reflejan con un estilo despojado la desordenada fragmentación de la vivencia contemporánea”.
La edición sucesiva de sus diferentes libros, no respetando un orden cronológico, es prácticamente una biografía oficial de su vida.
En 1964, se sometió a un aborto clandestino que años más tarde relataría con crudeza en su libro El acontecimiento. “Cuando leo en una novela el relato de un aborto, me embarga una emoción sin imágenes ni pensamientos, como si las palabras me transformaran instantáneamente” recuerda.
Da a conocer la vida de su madre publicando Una mujer y luego el ascenso social de sus padres en La vergüenza.
A un amor no correspondido con el que pierde su virginidad, dedica Memoria de chica y la muerte de su padre le lleva a escribir El lugar; después de enfermar de Alzheimer su madre edita No he salido de mi noche, habiendo publicado antes los aconteceres de su matrimonio miserable en La mujer helada. En La otra hija, narra la historia de una hermana que murió antes de que ella naciera y en El uso de la foto, relata la dura experiencia que atravesó por su cáncer de mama.
Cuando le requirieron su opinión acerca del movimiento feminista, respondió: “Está por un lado el feminismo blanco, que reproduce las mismas desigualdades que quiere erradicar. Por ejemplo, quiere prohibir que las mujeres musulmanas usen el velo. En nombre de la sumisión religiosa, son mujeres prohibiendo cosas a otras mujeres. Muchas de las cuales están sometidas a otras formas de dominación como la raza, la clase, la nacionalidad. Por otro lado, está el feminismo interseccional, al que adhiero, que abarca todas esas particularidades”.
Annie Ernaux que escribe diarios íntimos desde que tenía 16 años, como una manera de tener la memoria justa y un disparador de escritura, abandonó tempranamente la ficción para convertirse en pionera de la escritura de autoficciones-ficciones inspiradas en vivencias personales que pueden contener elementos de historia o sociología- y que le permitieron a los 82 años, recibir la más preciada distinción a la que se puede acceder en el universo literario: El Premio Nobel, «por el coraje y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los extrañamientos y las trabas colectivas de la memoria personal».
Desde mediados de la década de 1970 Annie Ernaux reside en la nueva ciudad Cergy-Pontoise y explica sus razones para haber elegido ese lugar: «Sé que parece una contradicción, pero esta urbe sin pasado era el único lugar donde me sentía bien. Las ciudades históricas me recuerdan a una larga tradición de exclusión social. Aquí podía vivir sin sentirme sometida a ese determinismo».
Annie Ernaux fue relatando en sus obras, cuales fueron las primeras experiencias, los primeros contactos con el mundo y en que medida haber nacido en un hogar humilde de familia trabajadora influyó en su escritura. Y concluye manifestando: “Una vez que uno experimenta la vergüenza social, pasa a formar parte de la vida. Creo que esa vergüenza es finalmente un motor”.
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