Quién fue Clarice Lispector – Una mujer fuera de serie
La escritora brasileña Clarice Lispector (su verdadero nombre era Chaiuya Pinkhasovna Lispector), nació el 10 de diciembre de 1920 en el pequeño pueblo de Tchetchelnik, Ucrania y llegó con su familia para radicarse en Recife (Brasil) a los 2 meses de edad.
Su madre, afectada de parálisis, murió cuando ella tenía diez años, sin embargo Clarice Lispector siempre recordaba su infancia como una etapa muy feliz de su vida.
La precaria y difícil situación económica familiar, de la que pareció no tomar conciencia, fue una constante en sus años de adolescencia.
En 1935, Clarice Lispector se mudó a Rio de Janeiro con su padre y su hermana. Estudió Derecho y empezó a colaborar con algunos periódicos y revistas.
En la Facultad conoció al que sería su esposo, el diplomático Maury Gurgel Valente y de quien se separo en 1959.
A los veinticuatro años publico su primera novela «Cerca del Corazón Salvaje».
Se manifestó desde sus inicios, como una autora intensa y profunda. Y con lenguaje sencillo y entendible logró describir diferentes apariciones de lo sagrado en la vida cotidiana.
Un incendio fortuito, por una colilla mal apagada en su dormitorio en 1966, le provocó quemaduras y graves secuelas que la sumieron en profundas depresiones.
Clarice Lispector, falleció el 9 de diciembre de 1977, en Río de Janeiro. a los 56 años, víctima de un cáncer de ovarios terminal.
Actualmente está considerada como una de las escritoras más importantes del siglo XX, en mérito a ser fiel a su “noestilo” como gustaba autodefinirse, para alejarse de toda etiqueta modernista o posmodernista; de zambullirse en los recovecos del silencio en busca de la palabra, para hacer una de las cosas que más amaba en el mundo: escribir.
Judía de origen, empapada en la tradición hebraica por influjo familiar, indagó en las profundidades del corazón humano a la busca de una huella de la divinidad.
Sus obras literarias son crónicas de esa indagación.
Alejada de cualquier credo religioso, sus primeros años de vida marcaron su relación con la literatura que, en sus palabras, «debe tener objetivos profundos y universales:
«Debe hacer reflexionar y preguntar sobre el sentido de la vida y, principalmente, debe interrogar sobre el destino del hombre en la vida».
Inclasificable, transgresora. Fue una precursora en sus ideas y en su estilo
y según sus críticos «Utilizó el flujo de conciencia en sus primeros escritos, mucho antes de haber leído a Woolf y Joyce, entroncó con el existencialismo pero invirtiéndolo y llenándolo de una vida primigenia que estaba exenta en los textos de Sastre y ahondó en un estilo de una sequedad fértil y luminosa y profundamente personal».
Para aquellos que quieran comenzar la lectura de Clarice Lispector, que dio batalla a los prejuicios “machistas” de que belleza e inteligencia no se pudiesen reunir en una sola persona y que dejó perpleja a la crítica brasileña y extranjera al deslindarse de su “escritura demasiado femenina e introspectiva” de sus inicios y colocar al frente de sus novelas a narradores/autores masculinos, les será difícil decidir por dónde comenzar.
Tal vez sus cuentos o sus crónicas, sirvan de excelente carta de presentación, con textos más fluidos que los que se presentan en sus últimas novelas, colmadas de digresiones y narración aletargada, pero que siguen conduciendo al lector a un devenir de interrogantes existenciales y donde el lenguaje se instala como personaje principal (aunque la muerte pareciera imponerse).
Pero no importará la puerta de entrada, ella los seducirá de una u otra forma.
Algunos de sus pensamientos y definiciones, fueron apuntados en sus «Notas sobre el arte de escribir» :
La literatura quiere trascender los propios límites del lenguaje, para convertirse en expresión de vida:
«El lenguaje está desvelando nuestro pensamiento, nuestro pensamiento está formando una lengua que se llama literaria y que yo llamo lenguaje de vida»,
Una lengua, pues, que aspira trascender las propias reglas gramaticales para volverse un tejido interior, un fluido que sirva para comunicar con la misma intimidad con la que comunica el aliento y la sangre.
Y este es el hondo mensaje y la disparatada ambición.
Quiero escribir el borrón rojo de la sangre con gotas y coágulos goteando de dentro para dentro. Quiero escribir amarillo-oro con rayos translúcidos.
Que no me entiendan poco me importa. Nada tengo que perder.
Me lo juego todo en la violencia que siempre me habitó, el grito áspero y agudo y prolongado, el grito que yo, por falso respeto humano, no di.
Más aquí va mi berrido rasgando las profundas entrañas de donde brota el estertor que ambiciono.
Quiero abarcar el mundo con el terremoto causado por el grito.
¿Y qué es escribir?
«Escribir es una maldición que salva».
Es una maldición porque obliga y arrastra, como un vicio penoso del cual es imposible librarse. Y es una salvación porque salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba.
¿El proceso de escribir es difícil?
Es como llamar difícil al modo extremadamente prolijo y natural con que es hecha una flor.
No puedo escribir mientras estoy ansiosa, porque hago todo lo posible para que las horas pasen.
Escribir es prolongar el tiempo, dividirlo en partículas de segundos, dando a cada una de ellas una vida insustituible.
Escribir es usar la palabra como carnada, para pescar lo que no es palabra.
Cuando esa no-palabra, la entrelínea, muerde la carnada, algo se escribió.
Una vez que se pescó la entrelínea, con alivio se puede echar afuera la palabra.
Entre las voces críticas de su obra, cabe destacar la de Héléne Cixous quien, a lo largo sus numerosos trabajos sobre la escritora brasileña, descubrió en ella, una «escritura del cuerpo» y una manifestación de la «líbido» femenina en la literatura.
No conozco la obra de esta escritora, pero por lo que leí del comentario de ustedes, puede ser muy tentado leer algo de ella. se ve muy particular…Gracias por los datos