Poemas de adiós y despedida

Poemas de adiós y despedida – La otra cara del amor

Poemas de adiós

La inspiración desbordante de muchos poetas románticos nos permite disfrutar en la lectura en antologías y colecciones de libros, de una gama inagotable de poemas selectos elaborados por sus autores, en la búsqueda perpetua del significado de un amor ideal. «Poesía…eres tú!» y «…jamás en mí podrá apagarse la llama de tu amor» – Escribió en las hojas envejecidas de algunos de esos libros, Gustavo Adolfo Bécquer, que siempre encontraba definiciones casi perfectas para acariciar con dulzura el oído de su enamorada, en contrapartida de otras otros autores que, desanimados y perdidos en la melancolía, esbozaban palabras de despedida en sus poemas de adiós.

Amado Nervo, Mario Benedetti, Rubén Darío, Paul Geraldy por citar algunos nombres que diseñaron, con precisión de eximios arquitectos, frases y poesías que tiñeron de rosa las ilusiones de tantas parejas de enamorados a través de los tiempos. No obstante, también los grandes amores tuvieron y tienen una una imagen refleja, los amores frustrados. ¿Qué pasa cuando la llama se apaga?

Cuando cada lágrima que rueda furtiva por una mejilla ya no expresa ternura y emoción sino que, con arrogancia, disfraza la tristeza de nostalgia, surgen los poemas de amor y despedida. «No pocas veces ya he dicho adiós y conozco muy bien las horas desgarradoras de la despedida» -Refirió Friedrich Nietzsche y razones tenía.

Pero también para esas horas en las que el amor duele, los poetas encontraron bellísimas palabras donde buscar consuelo. Porque para el talento creativo, no hay imposibles ni hay risa o llanto que le ponga límite.

Estos poemas de adiós seleccionados intentan probarlo:

Despedida de Pablo Neruda (Farewell)

Desde el fondo de ti, y arrodillado,
un niño triste como yo, nos mira.

Por esa vida que arderá en sus venas,
tendrían que amarrarse nuestras vidas.

Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.

Por sus ojos abiertos en la tierra,
veré en los tuyos lágrimas un día.
Yo no lo quiero, Amada.

Para que nada nos amarre
que no nos una nada.

Ni la palabra que aromó tu boca,
ni lo que no dijeron tus palabras.

Ni la fiesta de amor que no tuvimos,
ni tus sollozos junto a la ventana.

Amo el amor de los marineros
que besan y se van.

Dejan una promesa.
No vuelven nunca más.

En cada puerto una mujer espera:
los marineros besan y se van.

(Una noche se acuestan con la muerte
en el lecho del mar.)

Amo el amor que se reparte
en besos, lecho y pan.

Amor que puede ser eterno
y puede ser fugaz.

Amor que quiere libertarse
para volver a amar.

Amor divinizado que se acerca.
Amor divinizado que se va.

Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos,
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.

Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.

Fui tuyo, fuiste mía. ¿Qué más?
Juntos hicimos un recodo
en la ruta donde el amor pasó.

Fui tuyo, fuiste mía.
Tú serás del que te ame,
del que corte en tu huerto
lo que he sembrado yo.

¡Lectura recomendada!  Poema: Destino de Rosario Castellanos

Yo me voy. Estoy triste:
pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos.
No sé hacia dónde voy.
…Desde tu corazón
me dice adiós un niño.
Y yo le digo adiós.

Poema de la despedida de José Ángel Buesa

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste… No sé si te quería…
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho… no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí…
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.

El adiós de Belisario Roldán

Y bien, compañera, ha llegado el día
el día y la hora del último beso…
Nada de sollozos, ¡no caigas en eso!
Tienen estos trances su melancolía;
pero hay que ser fuertes, como te decía
ayer por la noche, mi mejor amigo…
Toma tu sombrero, toma tu manchón,
y arrópate bien… aquí está el abrigo,
hay un frío afuera y una cerrazón…

Echemos con calma la llave al romance;
era tiempo ya de ponerle fin,
no hay sueños eternos ni rosa que alcance
a adornar por siempre la paz de un jardín.

Yo …recobro toda mi soberanía,
tú recobras toda la gran libertad ;
y no podrá el tiempo, ni la lejanía,
ni las nuevas cosas, ni mi soledad,
borrar el perfume del idilio grave,
los buenos amigos me hablarán de ti;

«Sigue tan hermosa, tan fina, tan suave;
ayer, casualmente, de tarde, la vi…»
Y yo sonreiré …con cierta ternura
y un gesto muy vago, como paternal,
mientras los recuerdos harán su conjura
trayéndome en brazos tu carita oval,
tus ojos, tus gracias y tus ardimientos
Se puede, ¡que diablos!, vivir otra vez,
a pura memoria los buenos momentos.

El amor, querida, igual que el ciprés
conoce el secreto del verdor eterno,
así, cuando partas dentro de un instante,
cuando en este día brumoso de invierno
transponga esa puerta tu gracia fragante
para no volver, simultáneamente
irás avanzando sobre mi pasado;
y yo te aseguro que entrarás de frente,
reina y soberana, al templo sagrado…

…Después, algún día -un día cualquiera-
sin haberlo el uno ni el otro deseado,
nos sorprenderemos, buena compañera…
y en el bosque alegre, o en el cabaret,
del brazo de un hombre distinto de mí,
más linda que nunca te reencontraré
y un poco del duelo que palpita aquí
nublará de golpe tu faz y la mía
desplegando un punto sobre nuestra frente
sus dos grandes alas… la melancolía…
Y al volver a casa, displicentemente,
evocando tiempos que fueron hermosos,
mientras me despojo del gabán y tiro,
sin saber adonde, los guantes rugosos,
llenaré la alcoba con un gran suspiro…

No llores querida…No hay por qué llorar.
Arréglate el pelo, toma tu manchón,
la cartera de oro, la piel de renard.
Hay un frío afuera y una cerrazón.

Tristes pero bellos, los poemas de adiós se encuentran allí para recordarnos que todo puede tener un final  pero que en este puede haber nuevas oportunidades.

¡Lectura recomendada!  Poema: Lo más natural de Amado Nervo

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2 comentarios en “Poemas de adiós y despedida

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