Reseña de Desolación – Libro de poemas con el que inició su vida literaria la poetisa chilena Gabriela Mistral
El libro desolación de Gabriela Mistral es un poemario que fue escrito por la autora y publicado por primera vez en el año 1922. Para lograr este cometido (y en un momento histórico donde la mujer no solía poseer las mismas facilidades que el hombre) tuvo que recurrir al apoyo e influencia de numerosos amigos, más allá de la calidad literaria del libro que, sin lugar a dudas, era excelente.
Desolación, libro de poesía que cuenta con un poema homónimo, apareció por primera vez en la ciudad de Nueva York, en los Estados Unidos de América, cuando se iniciaba la década de 1920. En 1923 (un año más tarde que su aparición en el norte), logró ser publicado en Chile con el amparo de una editorial llamada Nascimiento.
Para Gabriela Mistral, Desolación significó una obra cumbre en su carrera, y dentro de las dedicatorias de la misma incluyó a Pedro Aguirre Cerda, un hombre cuya labor fue indiscutible en la carrera literaria de la escritora. La belleza de sus construcciones y la armonía de sus palabras llevaron a este libro a ser reconocido más allá de todas las fronteras, y a Gabriela Mistral a ser considerada un prodigio en ascenso dentro de lo que serían las letras de Latinoamérica.
En Desolación, Gabriela Mistral desarrolló cinco tópicos (en una versión inicial) entre los que se trataban La vida, Infantiles, La escuela, el Dolor, y La naturaleza. Tiempo más tarde aparecerían en las modificaciones chilenas los segmentos de Prosa. Dentro de este libro y de sus increíbles poemas podemos resaltar algunos entre los que, a mi entender, Desolación y Los sonetos de la muerte (Poema extensamente reconocido de la escritora) son los mejores.
Desolación – Gabriela Mistral
La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde
me ha arrojado la mar en su ola de salmuera.
La tierra a la que vine no tiene primavera:
tiene su noche larga que cual madre me esconde.
El viento hace a mi casa su ronda de sollozos
y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,
miro morir intensos ocasos dolorosos.
¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella sólo fueron los muertos?
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!
Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que no son míos;
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos.
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La Maestra de Maestra, bello.
siempre es una agrado leerla, un icono para las mujeres latinoamericanas, cada verso una enseñanza y esos decires tan de la tierra.