Ian Fleming – James Bond, el Agente 007

Reseña literaria al respecto de Ian Fleming, el creador de James Bond Agente 007 (con licencia para matar)

Ian Fleming - James Bond

Ian Fleming fue el creador del mejor y más letal espía de todos los tiempos cuya identidad es inconfundible. Su nombre James Bond y ese prestigio está cimentado en los más de 50 millones de libros vendidos a nivel mundial, narrando sus heroicas y exóticas aventuras.

La pantalla grande acompañó esa vorágine comercial y cada título adaptado y convertido en celuloide, pasó a integrar en el historial de la historia cinematográfica moderna, el grupo de élite entre los filmes que más han perdurado en cartelera. El padre intelectual de este personaje tan especial, fue un autor dotado de singular talento para captar la atención de los lectores.

«El dolor del fracaso es mucho más intenso que el placer del éxito».

Ian Fleming fue un escritor y periodista inglés. Nació en Mayfair, Londres, el 28 de mayo de 1908. Hijo de Evelyn Rose y Valentine Fleming, un influyente miembro del Parlamento británico y poderoso terrateniente que, sólo ocho días antes de que su hijo cumpliera los 9 años, se convirtió en héroe al morir durante un bombardeo alemán en la Primera Guerra Mundial.

La privilegiada situación económica de su familia, le posibilitó recibir una educación acorde al nivel social, en su infancia, asistiendo según las costumbres de la época, a escuelas y colegios privados regidos por estrictas disciplinas y, ya adolescente, cursando en el exclusivo Eton College donde no destacó académicamente, pero si sobresalió en atletismo. No obstante, su licencioso modo de vida le generó problemas con algunas autoridades del internado, que le cuestionaban el trato que daba a las mujeres y reprobaban sus actitudes de desprecio racista y otros hábitos perniciosos e inaceptables.

Fue admitido en la Real Academia Militar de Sandhurst pero abandonó para inscribirse en las universidades de Munich y de Ginebra, procurando perfeccionar sus habilidades en lenguas modernas.

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Fleming intentó más tarde incorporarse al Foreign Office, el rechazo de su solicitud lo obligó a aceptar un puesto de redactor en la agencia internacional de noticias Reuters, además, esporádicamente, ejercía como agente de la bolsa en Londres. En 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, John Godrey, oficial de la Armada británica, lo reclutó para trabajar en el servicio secreto de inteligencia naval de la Royal Navy, como asistente personal del director del Almirantazgo.

En 1945, finalizado el conflicto bélico y tras su desvinculación de la Armada, regresó al periodismo colaborando con el grupo Kemsley. Su tarea de supervisar la red de corresponsales que la corporación tenía distribuidos por diferentes países, le permitía tomarse tres meses de vacaciones cada temporada invernal, tiempo que aprovechó para construirse una casa vacacional en Jamaica.

En el país caribeño, Ian Fleming empezó a desarrollar los primeros esbozos de su obra; tiempo atrás había comentado a algunos de sus amigos veteranos de guerra, su interés en escribir una novela acerca de un oficial del Servicio de Inteligencia convertido en espía y al que únicamente se le reconocería por su código secreto, 007.

Sus experiencias personales durante la contienda bélica, complementadas por argumentos ficticios entremezclados le brindarían gran parte del contexto y los detalles para las tramas; sus antecedentes en el periodismo le ayudarían a darle solidez al relato. En 1953 comenzó a dar forma al proyecto.

¿Cómo surge el nombre de James Bond?

Buscaba identificar a su personaje con un nombre de raíz anglosajona, lo más común y breve posible y que fuera poco romántico pero a la vez varonil. Fue descartando opciones hasta que conoció circunstancialmente a un ornitólogo estadounidense nacido en Filadelfia, que estudiaba la vida de las aves de Las Antillas y que se llamaba James Bond; un verdadero hallazgo porque ese nombre lo impactó; convencido, rebautizó con él a su protagonista, El mito nacía y con él una de las creaciones literarias más populares y rentables que haya sido escrita.

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Tenía más de 40 años, cuando su primera novela Casino Royale se publicó a comienzos de la década de 1950. En una de sus páginas, un James Bond de sonrisa estereotipada a la manera de un rompe corazones de la época, pide «…un martini seco con vodka mediano, con una rodaja de cáscara de limón. Agitado y no revuelto». Este contexto, donde los límites entre realidad y fantasía se confunden y diluyen en una nebulosa, anticipaba el estilo que tendría el incipiente desafío literario.

Finalmente y como había imaginado Fleming, su espía era un agente secreto que se desenvolvía en el entorno perfecto siempre reconocible, que caracteriza la universo de los servicios de inteligencia. Un universo violento, desvergonzado, ambiguo entre la ensoñación romántica y la mentira; y en ese escenario el protagonista irreverente, duro, insolente, que después de cada nueva hazaña en la que conquistaba inexorablemente a la dama más bella y exuberante, conseguía huir en el automóvil más rápido, dejando tras de sí el arrobamiento de un par de jóvenes muy enamoradas.

Otra crítica a su concepción intelectual, es que no utilizaba en sus argumentos enemigos de clase sino referencias a identidades étnicas o deformaciones físicas, para complementar la descripción de los ambientes en que interactuaban sus personajes.

Ian Fleming sostenía que «sus thrillers probablemente no fueran literatura con mayúscula, pero es posible escribir lo que puedo describir como thrillers diseñados para ser leídos como literatura». El filósofo y escritor italiano Umberto Eco, intentó definirlo así: «…escribe bien en el sentido más banal y honesto del término. Tiene ritmo, limpieza e incluso cierto gusto sensual por la palabra. Esto no significa que sea un artista, pero desde luego tiene arte».

El autor elabora un personaje de ficción conforme a una idea, pero después éste crece y muchas veces se independiza adquiriendo autonomía, luego se conecta empatizando con las fantasías del público que le es adicto hasta alcanzar estamentos no previstos. Termina instalándose en el colectivo de la idolatría.

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«Siento que la fama de James Bond no durará mucho», había manifestado Ian Fleming a modo de premonición poco antes de morir. No podía estar más equivocado. Lo cierto es que, James Bond su hijo literario con todos sus errores y defectos, subestimando cuestionamientos morales y éticos, adquirió estatus de inmortal y cambió para siempre el universo de la literatura y el cine de espionaje. Privilegios de ídolo al que todo le es tolerado y perdonado.

Bebedor consuetudinario de ginebra, fumador empedernido y amante de los excesos, el escritor no acostumbrado a respetar límites, fue dinamitando su salud hasta que un Infarto agudo de miocardio acabó con su vida el 12 de agosto de 1964, en Canterbury (Reino Unido de Gran Bretaña). Tenía 56 años y su fama como escritor recién iniciaba el ascenso hacia la cresta de la ola.

Obra literaria de Ian Fleming:

Doce novelas y dos libros de cuentos, forman el corpus original de las novelas de James Bond, entre las que destacan:

Casino Royale – Los diamantes son eternos – Desde Rusia con amor –

Dr. No – Goldfinger – Operación Trueno – La espía que me amó –

Al servicio secreto de su Majestad  – Sólo se vive dos veces

Además, fue un prolífico autor de relatos cortos y cuentos infantiles entre los que sobresale «Chitty Chitty Bang Bang.

La primera adaptación cinematográfica de una de sus obras, se realizó en 1962 correspondiéndole al libro «Dr. No». 

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