Fontanarrosa y las malas palabras

Fontanarrosa y las malas palabras – La internacionalización del Español

Fontanarrosa y las malas palabrasRoberto Fontanarrosa fue un escritor y humorista gráfico argentino que nació en el año 1944, en Rosario, y falleció en el año 2007. En el marco del III Congreso Internacional de Lengua Española, en una mesa en la que se debía tratar el tema de la “Internacionalización del Español”, llevó a debate una ponencia en donde hablaba sobre “Las malas palabras” y un término que, a ciencia cierta, justificó un análisis bastante divertido, en lo que hemos llamado Fontanarrosa y las malas palabras.

La mesa inicia con un chiste, donde el humorista rompe el hielo aclarando que, no existe ninguna relación entre lo que va a hablar y las bases que le han propuesto, pero que, cualquier persona que sea capaz de decir “Internacionalización”, seguramente puede ser subida a un escenario a decir algo.

Si alguien organiza un “Congreso de Lengua”, la idea principal debe ser preguntarse cosas, y en este caso yo me pregunto, “¿Por qué son malas las malas palabras, ¿quién las define como tal?¿Son malas porque son de mala calidad, tienen actitudes reñidas por la moral? ¿Le pegan a las otras palabras?

Quizás, y para dar una explicación, Fontanarrosa termina imaginando que, las palabras sólo son palabras, y es la sociedad la que las vuelve “malas”.

Y es que algunas de las que consideramos malas palabras, poseen una cantidad de fuerza propia que las vuelve incluso imprescindibles en el léxico común de las personas. Fontanarrosa utiliza como ejemplo la palabra “pelotudo”, al compararla con dos palabras que él considera de menor rango, zonzo, o tonto, ya que, no poseen la misma fuerza que la anterior, en este caso, en al TU de la palabra PeloTUdo.

Durante varios minutos el humorista y escritor se dedica a analizar palabras como “Carajo”, y es que uno a veces puede enojarse y “mandar al carajo” pero, Carajo según lo sabe Fontanarrosa es el lugar donde el vigía se colocaba en el barco, intentando divisar tierra, pues como pasó esto de una labor a ser una mala palabra, cuando es también el nombre de unas islas, o incluso una bebida en España.

La última palabra que Fontanarrosa analiza es «mierda», ya que es incluso reemplazada por los pobres puntos suspensivos, que intentan cubrirlos como recuperando el honor, y es, según el autor, otra de las palabras que gozan de una fuerza extrema a la hora de comunicarse.

Para ir finalizando Fontanarrosa y las malas palabras, el curioso personaje habla de la importancia de las mismas a la hora de liberar tensiones, en el momento de “descargarse” y dejar de lado el estrés. Rescata además la importancia de las mismas en un lenguaje comunicativo, donde dejan clara una idea, y donde no son malas en sí, sino lo son los atributos que la sociedad les impone. Muchas veces es preferible que un chico diga una mala palabra, a que no sepa comunicarse. “No sé quién define lo que es vulgar y lo que no es vulgar, pienso que las malas palabras definen otros matices”.

Para finalizar nos dice…

“Pido una amnistía para la mayoría de ellas. Vivamos una Navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje, que las vamos a necesitar”.

Les dejo el link por si quieren ver la ponencia en Youtube:

III Congreso de Lengua - Fontanarrosa

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Esta presentación de Fontanarrosa y las malas palabras me parece un excelente análisis sobre las mismas, si bien no todos los lectores están de acuerdo con las mismas, aplicando una especie de segregación. Recordaba al escuchar la charla un libro de Stephen King, llamado «Mientras escribo», en el que hace una pequeña referencia al vocabulario en nuestros manuscritos. King asegura que uno debe ser fiel a sus sentiimentos, no mentir, y si esto requiere un insulto, pues el lector debe aceptarlo en el texto, ya que al usar sinónimos, o simplemente evitar la palabra, podemos caer en la mentira y es algo que los lectores toleran menos notando la situación como algo poco natural.

¿Qué opinión tienen ustedes sobre el tema?

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