Fernán Silva Valdés y el Nativismo

Nativismo y leyendas en la obra literaria de Fernán Silva Valdés

FeFernán Silva Valdésrnán Silva Valdés, nacido en Montevideo el 15 de octubre de 1887 es considerado uno de los máximos referentes en su país (junto a su connacional, el poeta Pedro Leandro Ipuche) de la corriente literaria denominada nativismo, que desde sus inicios a comienzos de la década de 1920, exaltó poéticamente lo autóctono, transformando a la naturaleza en protagonista.

Esta tendencia implicaba una revolución estética de la poesía, que fue evolucionando hacia la originalidad de un género nativista donde acabaron fundiéndose lo criollo con la lírica vanguardista. A esas ideas adhirió con fervor, desde muy joven este poeta uruguayo.

Fernán Silva Valdés, hijo de Fernando Silva Antuña y María Valdés, transcurrió  los primeros años de su infancia en contacto con la naturaleza, viviendo en una quinta heredada por su madre en Sarandí del Yí (departamento de Durazno).

Cursó estudios primarios en una escuela que funcionaba en las instalaciones de una capilla vieja y después asistió a la enseñanza pública hasta quinto año.

El poeta, recordaría posteriormente en su Autobiografía: “Fui a la escuela y me enseñaron justito lo que olvidé: lo que sé, lo aprendí solo, y sé lo que hay que saber».

No obstante en su familia se practicaba asiduamente el hábito de la lectura. “Mi principal instrucción infantil –rememora también– fueron los cuentos y anécdotas de sobremesa que mi padre nos relataba».

De espíritu inquieto y decidido a hacer de la literatura el centro de su vida, residió temporalmente en París. En esa época, víctima de los paraísos artificiales, según sus propias declaraciones, un desequilibrio emocional lo obligó a internarse en una clínica psiquiátrica; una frustración literaria o una desilusión amorosa pudieron haber sido las causas. De regreso al terruño, el antiguo bohemio se convirtió en hombre de familia y poeta.

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Fernán Silva Valdés inició su producción literaria en el año 1913, publicando un pequeño libro de poemas que tituló “Ánforas de Barro”, en el cual se advertía aún, la predominancia de un estilo modernista.

A partir de 1921, elaboró un tipo de poesía alusiva a la temática de raigambre gauchesca que difiere de la típica y tradicional. Estaba adornada con abundantes modismos rioplatense, utilizando un formato idiomático cuidadosamente depurado y un lenguaje refinado y culto, muy alejado de las manifestaciones rudimentarias de hombres de campo, casi siempre analfabetos, exponiendo lo primario de sus sentimientos.

Posteriormente incorporó a ese universo, el legado proveniente del forastero de origen europeo, llamado a integrarse en esa sociedad, a la cual terminaría confiriendo sus cualidades predominantes.

Las características que distinguen sus poemas, elogiados reiteradamente por la crítica, mayoritariamente de habla hispana, son la inventiva metafórica, la imaginación y el sentido del ritmo:

El nido

Los árboles que no dan flores
dan nidos;
y un nido es una flor
con pétalos de pluma;
un nido es una flor color de pájaro
cuyo perfume entra por los oídos.
Los árboles que no dan flores
dan nidos.

En uno de sus poemarios, «Leyendas Americanas» editado en 1945, despliega el talento en múltiples leyendas que su creatividad tradujo en versos:

La leyenda de la flor de ceibo

Me lo dijo un indio viejo y medio brujo
que se santiguaba y adoraba al sol:
los ceibos del tiempo en que yo era niño
no lucían flores rojas como hoy.

Pero una mañana sucedió el milagro
-es algo tan bello que cuesta creer-:
con la aurora vimos al ceibal de grana,
cual si por dos lados fuera a amanecer.

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Y era que la moza más linda del pago,
esperando al novio, toda la velada,
por entretenerse, se había pasado
la hoja de un ceibo por entre los labios.

Entonces los ceibos, como por encanto,
se fueron tiñendo de rojo color…
Tal lo que me dijo aquel indio viejo
que se santiguaba y adoraba al sol.

Como una muestra más de su inagotable inventiva, rindió además su homenaje en poesía, a una costumbre de culto en tierras rioplatenses: tomar mate.

El mate

No sé qué tiene de rudo;
no sé qué tiene de áspero,
no sé qué tiene de macho,
el mate amargo.

El sirve para todo;
para lo bueno, para lo malo;
él lava los dolores del pecho a cada trago;
es un cúralo todo en la casa del gaucho;
alegra la alegría y destiñe la pena,
el mate amargo.
Él es contemporáneo de la bota de potro,
y de las nazarenas, y de la guitarra;
pero de la guitarra que usa cintas
-como las chinas-
cintas celestes o coloradas.

En el campo
no hay boca masculina que rehúse besarlo
ni manos callosas que no le hagan un hueco
al mate amargo.
¡Cómo me siento suyo; cómo lo siento mío,
al mate amargo!
Yo lo llevo disuelto en la sangre
como un jugo americano.

No sé qué tiene de símbolo
el mate amargo;
por el pico plateado de la bombilla
canta de madrugada como un pájaro guacho.

Paralelamente, Fernán Silva Valdés escribió también obras en prosa y de teatro, en ellas afloran su desbordante capacidad descriptiva y su acabado conocimiento de la naturaleza humana.

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Por otra parte, desarrolló una intensa actividad en otros géneros, escribiendo las letras de canciones criollas, tangos, milongas, valses y cifras del repertorio popular y “culto” que llevan su firma.
La letra del tango “Clavel del aire” (1929), mundialmente conocido, le pertenece con música de Juan de Dios Filiberto.

Cabe mencionar también, la existencia de una corriente de opinión crítica, que aún reconociendo el indudable valor y mérito de su obra literaria, cuestiona su excesivo pintoresquismo localista.

Con cada palabra volcada al papel, este poeta, escritor y dramaturgo que alguna vez escribió: «el nido es una flor color de pájaros cuyo perfume entra por los oídos»; estaba definiendo con esa frase, el sentimiento de su propia poesía y la nostalgia de una infancia que narró a su manera.

Romance de mi infancia
(fragmento)

Pueblo Sarandí del Yí
acollarado a mi infancia,
en mi borroso recuerdo
tengo, patente, mi casa:
un caserón primitivo
con sus tejas coloradas
atado por un sendero
al gran árbol de la plaza.
Mi padre siempre escribiendo
en hojas inmaculadas;
mi madre con su costura
toda rodeada de hilachas.
La peona cebando mate
en una gran calabaza;
un mulato me mecía
entre dos tragos de caña;
y para mi boca niña,
para mi boca paisana,
no había más caramelos
que el canto de las calandrias.

Fiel a su pasión por la literatura, continuó escribiendo casi hasta el final de sus días. El 9 de enero de 1975, Fernán Silva Valdés falleció en la misma Montevideo que lo viera nacer.

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3 comentarios en “Fernán Silva Valdés y el Nativismo

  1. Isabel Hernández Tibau en dijo:

    Las obras literarias de uno de nuestros escritores más destacados, me acompañó desde la escuela, donde leíamos esos poemas de tono gauchesco, campero que publican ustedes en esta página, El ceibo , precioso poema !! cada vez que veo un ceibo, me detengo a mirarlo y recordar esa manera de crear una hermosa historia…! El nido, uno de mis preferidos cuando era niña. el mate , parte de nuestra vida , compañero de todas las soledades y también compartido con generosidad…su Infancia…. esos recuerdos pegados a nuestra piel y acompañándonos durante toda la vida (también yo he escrito mis recuerdos de infancia en mi querido puebloJosé Batlle y Ordóñez (dpto. de Lavalleja) y aunque esté distante del talento de Fernan Silva Valdés, fue editado y me dio muchas satisfacciones…Y qué más puedo decir de alguien que rescata y perpetua la belleza de nuestra tierra y la nobleza de sus gentes……un grande que nos enorgullece!!! Gracias por pulicarlo!!!

  2. Soy admiradora de todos los poemas de FernánSilvaValdés… y encontrarlos, es como volverá vivir la infancia. Gracias

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