Poema Si el hombre pudiera decir de Luis Cernuda
Si el hombre pudiera decir de Luis Cernuda es una obra escrita por el autor y que pertenece al libro de poemas llamado “Los placeres prohibidos”, publicado en el año 1931. Las voces que más saben de literatura establecen que en este libro el autor procede a acercarse al surrealismo, un movimiento que ya se gestaba en algunos contemporáneos suyos. Los placeres prohibidos desarrolla el tema del amor, del deseo, llevando a palabras una dicotomía siempre presente entre la imaginación y la realidad. Contiene algunos poemas escritos en “verso libre” y otros “en prosa”.
Profundas palabras se encuentran en la obra de Cernuda, donde en una paradoja singular, establece el amor de una manera distinta, como una especie de libertad y esclavitud a la vez, no compartida por muchos lectores, pero quizás, vivida así por él. Manifiesta, además, una serie de versos donde pregona que la sociedad no está lista para aceptar la declaración de amor, quizás en una época distinta y en una posible referencia a los tabúes sobre la sexualidad en la época.
Si el hombre pudiera decir está dividido en tres estrofas en las que, la primera contiene catorce versos, la segunda nueve versos, y la última sólo tres.
Si el hombre pudiera decir de Luis Cernuda
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que, con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.