Reseña literaria de Los sepulcros, poema de Ugo Foscolo, obra crucial sobre la muerte, el recuerdo y el exilio

Ugo Foscolo (Niccolò Hugo Foscolo) fue un famoso poeta italiano, nacido en República veneciana en el mes de febrero de 1778 y fallecido en Londres en 1827. De entre sus obras más renombradas podemos encontrar Los sepulcros (Dei Sepolcri en italiano), un profundo texto que hace referencia a las tumbas en el exilio, y a que, el visitar estos sitios de descanso eterno promueven el recuerdo, y el seguir viviendo en el corazón.
«¿Del ciprés a la sombra, en rica urna
bañada por el llanto, es menos duro
el sueño de la muerte? Cuando yazga
Yo de la tumba en el helado seno,
y no contemple más del sol la lumbre..»
Con estas hermosas palabras inicia Los sepulcros de Ugo Foscolo, obra de gran reconocimiento, creada en 1806 y publicado en 1807 en Brescia, estructurada como endecasílabos libres. Un poema muy recordado no sólo por su forma de tratar la vida y la muerte, sino por el momento en el que fue escrito y la importancia que recibió por su visión política y cívica.
Según se sabe, fue escrito a principios de 1800, muy poco después que Napoleón promulgara un decreto (1804) por el que los cementerios debían ser ubicados fuera de los muros, y todas las tumbas debían de ser uniformes. Si bien se sabe que Foscolo compartía una ideología con Napoleón, su obra contrapone a «Los cementerios» de Ippolito Pindemonte, ambas publicadas en 1807 y pilares de la palabra en cuanto a la simbología de la muerte.
Según cuenta la historia, Los sepulcros surgió luego de que Foscolo mantuviera una discusión con Pindemonte sobre la disposición napoleónica de Saint-Cloud (el edicto de los cementerios).
En este poema el autor intenta describir la charla con su amigo Pindemonte en la que este defendía el culto por los muertos y la memoria de estos, y, si bien Foscolo considera superficial y vana la adoración a una tumba ya que no representa sino una fracción de la importancia de una vida, y está destinada a desaparecer en el polvo, pronto reconoce que no todo es malo en aquel sentimiento y en la vida que surge junto a la tumba, y en la memoria ve algo de gran importancia.
«¿bastará a consolarme yerto mármol
que mis huesos distinga entre infinitos
que en la tierra y el mar siembra la Muerte?»
Así esta obra se une a otras grandes producciones que a lo largo de la historia han sabido retratar la muerte, como puede serlo «A alguien en el paraíso» de Edgar Allan Poe, si bien este poema se centra más en la simbología de los sitios de descanso eterno.
Al leerlo no podemos evitar llenarnos de melancolía al imaginar aquellas tumbas que, deterioradas por el inclemente paso del tiempo, y olvidadas ante la desaparición de los seres queridos de aquél difunto, sólo esperan convertirse en polvo, y ser uno con la inmensidad del cosmos.
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