La historia de la imprenta – Sus primeros pasos

Breve resumen de la historia de la imprenta – Gutenberg y la Biblia de cuarenta y dos líneas

La historia de la imprenta

En el ambiente de la cultura y en un lenguaje coloquial, muchas personas suelen preguntarse sobre la historia de la imprenta, siendo una incógnita la pregunta sobre quién fue su inventor.

Existen antecedentes muy antiguos de artefactos cuyas características podrían interpretarse como una precaria invención de la imprenta. Los romanos, por ejemplo, alrededor de 400 años antes de Cristo, poseían una primera imprenta a base de sellos que utilizaban para realizar impresiones rudimentarias.

Casi 1500 años después, podemos ubicar en el tiempo otro dato de suma importancia en cuanto a la creación de la imprenta antigua. Un hombre llamado Bi Sheng desarrolló en Chína un artefacto que se corresponde con la misma. Utilizaba piezas intercambiables de porcelana en las que estaban impresos los caracteres, y al reemplazarlos se convertía en algo funcional, si bien laborioso. A pesar de ello, la imprenta china o la imprenta de tipos móviles no poseía todas las características que le fueron atribuidas algunos años después en Europa, y al no existir fuentes de comunicación eficaz que enlazaran el mundo, no llegó a conocerse efectivamente este descubrimiento.

Más allá de estos conocimientos, cuando hablamos de la invención de la imprenta (o quizás la reinvención), el acuerdo general es que se le atribuye a Johannes Gutenberg en Alemania, alrededor del año 1450 (1444 – 1454).

La evolución de la imprenta de Gutenberg

Las prácticas habituales en la época logran especificar que los llamados «Monjes copistas» eran los encargados de reproducir la literatura de la época, en lo que significaba un arduo y dificultoso trabajo. La imprenta de Gutenberg llegaba para simplificar el trabajo y volverlo algo industrial, simple, preciso, y más rápido. El cambio fundamental fue la utilización de plomo en la construcción de las letras intercambiables, que eran más resistentes al uso, y algunas modificaciones técnicas que la hacían más adaptable y precisa.

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Una de las dificultades que tuvo Gutenberg en la invención de su imprenta fue el hecho de los costos. Como uno de sus primeros objetivos se dispuso a copiar ciento cincuenta Biblias. A medio camino sus recursos se agotaron debiendo acudir a préstamos y ayudas, que le fueron ofrecidas por dos hombres, Johann Fust (que se volvió su socio en el emprendimiento) y Peter Schöffer. A pesar de ello el dinero volvió a acabarse y Gutenberg quedó en la ruina. Peter fue el encargado de finalizar el trabajo de las Biblias, que resultaron en un verdadero éxito.

Los libros que se imprimieron fueron conocidos como La Biblia de Gutenberg o La Biblia de 42 líneas (porque habían otras versiones con menor cantidad de líneas), eran una traducción a una versión más popular del latín. Los libros contaban con un diseño particular, de 1282 páginas, estructuradas en volúmenes. Se crearon menos de doscientos ejemplares de las mismas en las que sus terminaciones eran a mano. Por desgracia, en la actualidad, no se conservan muchas de ellas.

Se sabe que, además de la Biblia de las cuarenta y dos líneas, la imprenta de Gutenberg logró producir algunos calendarios, hojas en ambas caras, el llamado Incunable Catholicón (Un diccionario de latín ubicado temporalmente en la edad media)

Mucho se ha avanzado desde aquella época y en el siglo XXI contamos con medios mucho más eficaces y simples. La era de la imprenta digital ha llegado, donde un escritor no tiene más que entrar a la Web y encontrar alguna imprenta online barata que, sin mucho esfuerzo, le permita realizar su sueño de publicar. Sin atrevernos a soñar, y luego de que ya existen las imprentas 3D, nos preguntamos, ¿Qué nos deparará el futuro?

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