¿Qué significa la frase ex libris que a veces aparece estampada como sello distintivo en un libro?.
Seguramente la respuesta es conocida para quienes están acostumbrados a la lectura frecuente, pero para otros lectores no tan asiduos, la aclaración sobre qué es ex libris es válida y necesaria, siempre en favor de contribuir a nuestra cultura.
La locución latina ex libris, (o ex-libris) que por etimología significa “de entre los libros” o “de los libros de”; es utilizada específicamente como un rótulo, etiqueta o sello de pertenencia, que se aplica para identificar los libros de una biblioteca, institución o de un propietario particular.
Suele colocarse en el reverso de la cubierta o tapa de un libro o en su primera hoja en blanco (por ejemplo, en la página del título) y contiene el nombre del dueño del ejemplar o de la biblioteca propietaria.
Sin embargo, no toda marca de posesión es considerada ex libris. A criterio de la Federación Internacional de Amigos de los Ex Libris (FISAE), la expresión debe reunir una serie de características y cumplir con pautas definidas y precisas para ser reconocida como tal, a saber:
a) Tiene que tener forma de etiqueta, sello o estampa y su lado mayor no debe superar, como máximo, los 13 cm. Requisito que permite utilizar el sello en casi cualquier tamaño de libro.
b) En el diseño debe figurar la leyenda EX LIBRIS, representada en cualquier idioma, aunque lo más común es utilizar el latín. A veces también va agregado un lema.
c) Es indispensable que figure el nombre del dueño o sus iniciales; que puede ser una persona física o una institución.
d) La imagen del símbolo o emblema, debe reflejar algún aspecto destacado de la personalidad de su dueño o la temática de la biblioteca a la que pertenece el libro. En tiempos más recientes se popularizó el uso de imágenes relacionadas a la profesión, gremio o afición del propietario.
La historia suele citar como primer antecedente de un ex libris, una placa de barro cocido esmaltada en color azul con inscripciones jeroglíficas, conservada en el Museo Británico de Londres, que perteneció al faraón egipcio Amenhotep III (1391-1353 a.C), y que habría sido aplicada como marca indicativa de propiedad, en los estuches de los rollos de papiro de su biblioteca.
El ex libris primitivo que más se ha empleado en todos los tiempos, desde que apareciera la escritura, es obviamente la firma manuscrita, porque no se necesita ninguna técnica especial para su ejecución. Existen códices que datan de la edad Media, con anotaciones manuscritas a modo de rótulo de propiedad.
Con la invención a mediados del siglo XV de la imprenta moderna, debida a la fecunda creatividad de Johannes Gutenberg, el panorama cambió radicalmente, dado que las técnicas de impresión y de grabado evolucionaron y se perfeccionaron notablemente. Y es a partir de esa época, cuando se puede comenzar a hablar de los ex libris, tal como se conocen actualmente.
A esas diversas técnicas ejecutadas mediante procedimientos tradicionales de grabado o estampación, relacionadas con las artes del libro (xilografía, calcografía, litografía, serigrafía, fotograbado, etc.), en la actualidad se les han agregado el diseño e impresión por computadora y la reproducción fotográfica. También se siguen empleando sellos de caucho o en seco, que producen un estampado en relieve.
En otra variante, conocida como supralibros, la marca escrita identificatoria de propiedad y la imagen (generalmente motivos simbólicos, heráldicos o monogramas), se estampan por gofrado sobre piel o se bordan sobre una encuadernación en tela.
Cualquier técnica de impresión es válida si cumple la condición de garantizar que las reproducciones sean idénticas. En caso de que se utilicen estampas, estas deben estar firmadas y numeradas por su autor (al igual que un grabado).
Los símbolos de las técnicas empleadas en la impresión de exlibris, se reconocen internacionalmente mediante una serie de abreviaturas aprobadas en el XXIX Congreso de la FISAE, celebrado en el 2002 en Frederikshavn (Dinamarca).
En una primera etapa entre siglos XVI al XVIII, predominaron en el diseño los escudos heráldicos sobre todo en las familias nobles, en la jerarquía eclesiástica y en instituciones religiosas, que eran los únicos poseedores de bibliotecas o colecciones. De esa época, también es posible encontrar algunos diseños elaborados con el nombre o apellidos de la familia y rodeados por unas orlas o frases alusivas a su origen o formación. A partir del siglo XVIII comenzaron a prevalecer las alegorías, símbolos o emblemas.
El advenimiento del Modernismo a finales del siglo XIX e inicios del XX, hizo que esta particular afición transitara una etapa de florecimiento y esplendor y es en este período finisecular de auge de la bibliofilia, cuando el interés por los exlibris alcanzó su máximo impulso (aparecen los primeros coleccionistas, empiezan a surgir asociaciones y comienzan a celebrarse congresos y concursos). Surgieron también en esta etapa, los primeros estudios sobre el tema y las primeras publicaciones especializadas.
Iniciado el siglo XXI, esta manera tradicional de identificar a los libros fue perdiendo su práctica, pero los grabadores y personas dedicadas a esa actividad resisten y luchan por preservar su oficio y una antiquísima costumbre.
Es posible que esta milenaria tradición continúe extinguiéndose lentamente y como toda moda, tal vez desaparezca o renazca con renovado ímpetu. Pero ante cualquiera de las dos alternativas hay una certeza inobjetable; el interés por los libros va por otro camino y permanecerá inalterable para una inmensa legión de lectores apasionados; porque para ellos, cada libro leído plasma en sus páginas una historia singular que trasciende el relato o el mensaje que el autor quiso manifestar. Si el libro es nuevo, les traerá sensaciones renovadas, si el libro es viejo, regresará con la melancolía serena y el olor inconfundible que tienen las páginas y las palabras olvidadas.
Y para un lector auténtico, siempre, abrir un libro será el preludio de un instante de éxtasis muy parecido a la felicidad.
Para saber más:
El Diccionario panhispánico de dudas aclara, refiriéndose a la expresión ex libris que, si se trata del sustantivo, ha de escribirse en una sola palabra ex libris (como ocurre con exabrupto y otros sustantivos procedentes de locuciones latinas); no obstante, admite también la escritura en dos palabras.
Es invariable en plural: los exlibris.
Como locución, debe escribirse en dos palabras: ex libris.
Una de las características gráficas más importantes de los exlibris y que ha perdurado prácticamente desde sus orígenes, es el uso predominante de la monocromía.
Para conocer una muy interesante y completa colección de exlibris, desde los siglos XV-XVI hasta la actualidad, puede consultarse la Base de datos de Ex libris de la Real Biblioteca, que está en constante actualización y contiene numerosas descripciones con un elevado nivel de detalle.
Si están interesados en personalizar sus libros con el sello Ex Libris, dejo a continuación una prensa que resulta ser de los más buscados por los lectores. Pueden obtener más información en el link. Espero la nota haya sido de su total agrado.
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Qué Interesante Publicación!!!
Qué interesante todo esto que comentan !!!!con lo «traga libros » que soy, confieso que nunca me interesé por saber qué representaba ese Ex libris…. siempre me urgía abrir las tapas y comenzar a leer.Ahora voy a hacerme un tiempo para ahondar en el tema que promete cosas muy interesantes !!!
Muchas gracias por compartir !!!
Gracias por seguir siempre el blog Isabel