De la Redacción y sus secretos – Conceptos que pueden ser útiles
Por etimología, la palabra redacción deriva del término latino «redactio» y significa acción y efecto de redactar un texto, poniendo por escrito algo en lo que se piense o que haya sucedido, improvisado o siguiendo una planificación previa.
Sea cual fuere el motivo por el cual una persona necesita transmitir sus conocimientos, mensajes o expresar sus ideas de manera escrita, debe hacerlo plasmándolo en el texto, con una coherencia lógica que convierta ese texto, en inteligible para sus eventuales lectores.
La redacción correcta requiere esencialmente cohesión, además de precisión y coherencia.
Resulta imprescindible, si se pretende redactar bien, optimizar la habilidad intelectual que se posea naturalmente, para transformarla en expresión escrita.
Considerando que la disposición y el orden de las palabras en una frase y el empleo incorrecto de los signos de puntuación pueden modificar la intención del autor; es necesario que quien redacta, organice previamente en su mente las ideas que desea trasladar al papel (o al procesador de texto en una PC).
Una vez concretado este paso, deben identificarse y jerarquizar las ideas principales y secundarias, dándoles un ordenamiento acorde a su importancia en el contexto general, de manera tal, que den sentido a la frase.
De lo contrario, el escrito será difícil de entender y carecerá de interés para el lector.
Algunas consideraciones para tener en cuenta, a la hora de redactar:
La comunicación oral o escrita, debe buscar un propósito en sí: eficacia.
Debe lograr que el receptor entienda el mensaje y de una respuesta consecuente.
Hay condiciones, que de cumplirse, facilitan el logro de ese objetivo.
Enumeramos a continuación algunas de ellas, sin que el orden de clasificación, implique prevalencia o jerarquías:
1.- Originalidad:
Siempre será más fácil de lograr una comunicación efectiva del mensaje, si éste tiene una impronta personal que distingue al autor intelectual de la idea y su estilo.
Esto es indudable.
2.- Totalidad:
Es necesario que el redactor se preocupe, por no dar al destinatario la impresión de que le está transmitiendo un mensaje incompleto.
Deben incluirse todas las ideas vinculadas al tema central, a través de frases debidamente articuladas.
3.- Claridad:
Nitidez. Consiste en expresar una idea de tal forma, que no requiera un gran esfuerzo del receptor para interpretarla. Y que el sentido de la misma no se preste a confusión.
El empleo con naturalidad de las palabras adecuadas, logra ese objetivo.
¿Cómo redactar?
Con simpleza y sencillez en la redacción.
Ordenando los conceptos en forma lógica y coherente.
Suprimiendo aclaraciones o explicaciones innecesarias.
Eliminando palabras que no aporten a la idea central.
Tratando de evitar la repetición de notas entre paréntesis.
4.- Precisión:
Debe redactarse sin rodeos ni circunloquios.
Evitando voces de interpretación dudosa o utilizar excesiva adjetivación.
Para cada palabra, siempre será posible encontrar un sinónimo exacto y entendible.
Nunca olvidar ubicarnos, en el punto del vista del lector.
5.- Corrección:
Se refiere tanto a la presentación formal de lo escrito y adecuación a un estilo, como al respeto que se debe a las reglas gramaticales, de ortografía y de puntuación
Cumplir estas normas proporciona al texto escrito una estructura tal, que facilita su lectura fluida y la comprensión unívoca.
6.- Concisión:
Ser breves en el modo de manifestar los conceptos con exactitud.
No quiere decir que se escriba lacónicamente, sino que se expresen con claridad, el máximo de ideas con el mínimo de palabras.
Augusto Monterroso, creador del subgénero literario del «microrrelato», sugería con sutileza imaginativa:
«Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras»
7.- Creatividad. Ingenio. Talento.
Pero eso lo aporta cada quien y no hay fórmulas.
La Redacción de un texto – GECD – 19-abril-2016